Deseando Amar o la imposibilidad del amor

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Hola estimada comunidad de @CineTV

Hoy les vengo a comentar sobre una película del año 2000, del cineasta chino Wonk Kar Wai. El título de este filme es In the mood for love, pero también se le conoce en español como Deseando amar (trilogía informal junto a los filmes Días Salvajes (1990) y 2046 (2004).

Siempre me ha fascinado el cine y la forma de dirigir de este gran director, lo venía siguiendo desde años anteriores a través de sus películas Días salvajes (1990), Chunking Express (1994), Fallen Angels (1995), y Happy together (1997).

Particularmente yo disfruté mucho de Días salvajes por su fotografía y su atmósfera, aunque Happy Together y Chunking Express ya permiten vislumbrar su percepción de la realidad y en particular, su vision del AMOR.

Disfruto el cine de autor porque es un cine diferente, como el que podemos ver en Deseando amar, que apuesta por cuestionarse temas universales, y en el que se pueden apreciar atmósferas suspendidas, en las que el tiempo parece no transcurrir, la melancolía narrativa hace un gran trabajo con la fotografía, la banda sonora y por supuesto el montaje.

Llamó mucho mi atención el trabajo de la puesta en escena y la dirección de arte, pero lo primero que quisiera comentarles es que el filme Deseando amar fue escogido como la segunda mejor película del siglo veintiuno (la primera fue Mulholland Drive, de David Lynch) según una encuesta de la BBC.

Este filme fundamentalmente trabaja lo que son los laberintos, los secretos amorosos y tiene como sinopsis la siguiente trama. Dos matrimonios que cruzan sus vidas por azahar, dos amantes a los que nunca vemos y dos que bien pudieran ser los protagonistas de una hermosa historia de amor: las parejas engañadas, la señora Chan (Maggie Cheung) y por el otro, el señor Chow (Tony Leung).

Sin embargo, ninguno se atreve más que a soñarlo. Cada vez más alejados de sus ausentes parejas, ambos empiezan a encontrarse, a hablar, y se percatan que sus cónyuges tienen una aventura. Este vacío de los amantes, imaginando la otra vida de sus parejas, es ciertamente difícil, aunque no quieren ser como ellos, está claro que se han enamorado y solo les separa la fidelidad y el honor que sus parejas no han demostrado.

Sin dudas aquí se aprecia cómo el amor está pero nunca llega, como si llegara a destiempo. Esta percepción se sigue abordando en su siguiente película, 2046, y de hecho, se da un avance simbólico en un fotograma de In the mood for love, en donde observamos este número en una de las puertas de los personajes, conectando ambas obras.

Vemos un mundo onírico, un melodrama, un barroquismo. Y hablando de mundo onírico, quiero hacer una observación, cuando veía esta película recordaba uno de los filmes que más me ha fascinado durante mi estudio de la historia del cine, en este caso me refiero a El año pasado en Marienbaud (1961), de Alain Resnais, uno de los célebres integrantes de la Nouvelle Vague.

La trama de El año pasado…se desarrolla en un castillo de ubicación inexacta, en donde los personajes ni siquiera tienen nombres, y en donde se cruzan una mujer, su esposo, y una persona que dice ser amante de ella (aunque no lo recuerde) y que Wong Kar Wai bien pudiera estar haciendo un guiño a este filme.

En la película In the mood for love se aprecia mucha sensualidad y la música es sin dudas cómplice, de las bandas sonoras más memorables de todo lo que es el cine moderno. El tema que más disfruto es Yumeji’s Theme, de Shigeru Umebayashi.
No podemos dejar de hablar de la fotografía, realizada por el australiano Christopher Doyle, quien puso un sello muy personal a este filme.

El director y el fotógrafo en el rodaje

La puesta en escena de esta película está concebida de manera fragmentada, con locaciones angostas, con personajes al límite del cuadro, como si no pudieran salir de su tormento y estuvieran resignados al borde. Se usa el marco dentro del marco como parte de la concepción fotográfica, dando la impresión de que los personajes son difíciles de alcanzar, encontrándose muchas veces en un tercer lugar en la composición del plano. Los personajes son vistos a través de espejos u objetos, como si esa realidad pudiera ser fragmentada o hubiera realidades alternativas. Quizás en esas otras realidades el amor fuera posible.

En esta película hay un complejo entramado narrativo, con múltiples sutilezas, gestos, encuentros de miradas, pero también una dirección de arte impecable, con colores vivos, aunque en contraposición entre el color del amor y lo que realmente pueden demostrar esos personajes.

El método de rodaje del cineasta chino es interesante, pues construye la película mayoritariamente en el set, con improvisaciones, rodajes largos y finales ambiguos. Todo podría ser cálido y sensual pero es lo contrario. Todo pasa como en un sueño en el que el tiempo está congelado. La cámara somos nosotros, observadores escondidos mirando amores truncos, deseando que los personajes rompan esa barrera, ese muro invisible que los separa a ambos.

La escena de la lluvia es un símbolo de renuncia, de liberación, en la que ambos hablan de abandonar a sus respectivas parejas. Pero los frena el temor de convertirse en aquello que más odian, de ahí la imposibilidad de su relación. Nada hay más inmenso que un Quizás, y que forma parte de la BSO en la voz de Nat King Cole. Quizás pudiéramos amar… quizás.

Los mejores amores son los prohibidos ¿Se atreverían ustedes a amar incluso en estas circunstancias? Si aún no han visto esta película se las recomiendo totalmente, sobre todo si son amantes del buen cine. La verdad que es uno de los filmes que nunca olvido y siempre recomiendo. Leo sus comentarios, te agradecería que me dieras tu voto y compartieras mi contenido. Gracias!



Todo el contenido ha sido creado por mí sin ayuda de IA. Las fotos son provenientes de :

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5 comments
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Ah, In the mood of love y sus pseudorreslidades donde el amor juega al sí. Sugerencia sensual en espacio y tiempo que se hacen angostos para provocarnos la asfixia que nos lleva a contarle al muro los secretos. Si tuviera que resumirla en una palabra sería, definitivamente, poesía. Quizás por eso me provocó uno de mis primeros poemas. Qué belleza de obra!!!
Gracias, muchas gracias por traer esta joya del cine a la palestra.