Reseña del film "La canción de los nombres olvidados" (2019) [ESP / ENG]

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Nota de la autora / Author's note: La siguiente reseña puede contener spoilers. La traducción al inglés fue realizada con la ayuda de / The following review may contain spolers. The English translation was wade with the aid of Deepl Translate.


Fuente de la imagen: FimAffinity

Español

En plena Segunda Guerra Mundial, Dovidl Eli Rapaport, un niño judío de talento musical extraordinario, es dejado por su padre en el hogar de la familia Simmonds, dedicada por completo al entorno musical. Ahí conoce a Martin, el hijo de la familia, con quien primero rivaliza y después traba una genuina amistad. Años después de la guerra, Dovidl se prepara para dar su primer gran concierto ante una audiencia en la que se encuentra incluida algunos miembros de la realeza.

No obstante, Dovidl desaparece sin dejar rastro, dejando a los Simmonds en la ruina social y a Martin con más preguntas que respuestas... Mismas que, décadas después, resurgen cuando Martin ve a un estudiante que imita a la perfección algunos de los gestos peculiares de Dovidl, dando pie a un viaje desde el este de Europa hasta las atestadas calles de Nueva York.

Dirigida por Francois Girard (quien, por cierto, también dirigió el genial film El Violín Rojo) y protagonizado por Tim Roth y Clive Owen, La canción de los nombres olvidados es una adaptación de la novela homónima de Norman Lebrecht. En ella exploramos el tema de la amistad en medio de los tiempos de crisis, la sensación del duelo ante la muerte, las desgracias de la guerra y las decisiones difíciles entre quedarse estático o renovarse.

Se encuentra ambientado en tres épocas: la Segunda Guerra Mundial, la década de los 50s y la de los 80s. El espectador se transporta a cada una de las épocas a través de una sucesión de flashbacks, siempre intentando mantener el relato en el presente (década de los 80's) con la música como su principal apoyo en cada escena, por no decir uno de sus mayores rescates.

Debo decir que si bien la narrativa representa bastante bien cómo una persona tiene una manera (a veces tan extrema, como es el caso de Dovidl) de sobrellevar el dolor, sentí que el hilo conductor se perdía en medio del mar de flashbacks, llegando uno a preguntarse si lo que estaba viendo era en sí un drama o solo un collage de pequeños relatos. Ese hilo conductor se recupera de forma breve cuando ambos amigos perdidos por fin se encuentran y se revela qué fue lo que motivó a Dovidl que abandonara todo.

Las actuaciones de los actores que encarnan a nuestros protagonistas me parecieron buenas, sobre todo las de los niños Misha Handley (Martin) y Luke Doyle (Dovidl), quienes le otorgaron al espectador esa sensación de conciencia de estar en medio de una situación que escapa de su control, y que no queda de otra que refugiarse en los sueños y esperanzas. Hasta me atrevo a decir que eclipsaron a los veteranos Clive Owen y Tim Roth, quienes interpretan a las versiones mayores de Dovidl y Martin respectivamente.

La música es otro punto a destacar en el film. De hecho, creo que fue la gran estrella porque, más allá de acompañar al relato presente, te está contando una versión más humana y realista de las cosas que acontecen a lo largo de la trama. Una muestra de ello lo podemos ver en el concierto que finalmente dio Dovidl, quien toca con su violín la Canción de los Nombres, melodía inspirada en el Kaddish, oración judía para los difuntos. Solo en esa melodía se puede palpar el dolor de la pérdida y la separación de los seres queridos; en ella notamos el motivo de la desaparición de Dovidl, quien perdió a sus padres y hermanas en el campo de concentración de Treblinka, a quienes en especial dedica su concierto junto con el padre de Martin, fallecido de ataque cardiaco.

Este film lo recomendaría para una tarde de cine con los amigos y familiares que gusten de este tipo de temas. No es una gran obra maestra, pero tiene alguno que otro punto rescatable.

English

In the midst of World War II, Dovidl Eli Rapaport, a Jewish boy of extraordinary musical talent, is left by his father in the home of the Simmonds family, entirely dedicated to the musical environment. There he meets Martin, the family's son, with whom he first rivals and then strikes up a genuine friendship. Years after the war, Dovidl prepares to give his first major concert before an audience that includes members of royalty.

However, Dovidl disappears without a trace, leaving the Simmonds in social ruin and Martin with more questions than answers... The same ones that, decades later, resurface when Martin sees a student who perfectly imitates some of Dovidl's peculiar gestures, beginning a journey from Eastern Europe to the crowded streets of New York.

Directed by Francois Girard (who, by the way, also directed the amazing movie The Red Violin) and starred by Tim Roth and Clive Owen, The Song of the Names is an adaptation from Norman Lebrecht's novel of the same name. In it we explore the theme of friendship in the midst of times of crisis, the feeling of mourning in the face of death, the misfortunes of war and the difficult decisions between remaining static or renewing oneself.

It is set in three eras: World War II, the 1950s and the 1980s. The viewer is transported to each era through a succession of flashbacks, always trying to keep the story in the present (the 80's) with music as its main support in each scene, not to say one of its greatest rescues.

I must say that while the narrative depicts quite well how a person has a way (sometimes so extreme, as is the case with Dovidl) of coping with grief, I felt that the common thread was lost amidst the sea of flashbacks, making one wonder if what one was watching was a drama in itself or just a collage of short stories. That thread is briefly regained when the two lost friends finally meet and it is revealed what motivated Dovidl to give it all up.

The music is another highlight of the film. In fact, I think it was the big star because, beyond accompanying the present story, it is telling you a more human and realistic version of the things that happen throughout the plot. An example of this can be seen in the concert finally given by Dovidl, who plays with his violin the Song of the Names, a melody inspired by the Kaddish, a Jewish prayer for the dead. Only in that melody we can feel the pain of loss and separation from loved ones; in it we notice the reason for the disappearance of Dovidl, who lost his parents and sisters in the Treblinka concentration camp, to whom he especially dedicates his concert together with Martin's father, who died of a heart attack.

I would recommend this film for an afternoon at the movies with friends and family who like this kind of themes. It is not a great masterpiece, but it has some redeeming points.



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